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Jueves, 19 Julio 2018 11:34

Liliana Gutiérrez Yerena, un feminicidio olvidado… Y su asesino anda suelto

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Por Jorge Olmos Contreras

El crimen perfecto no existe ni debe existir aquí ni en ninguna otra parte, sin embargo, la Fiscalía de Jalisco parece contradecir esta hipótesis, toda vez que con la lentitud, negligencia y apatía con que toma algunos casos, pareciera demostrar que los criminales tienen manga ancha para cometer cualquier asesinato y gozar de impunidad durante mucho tiempo, meses o quizás años.

El de Liliana Gutiérrez Yerena, una joven, madre soltera ella, es otro de los feminicidios que están pendientes por resolver en la fiscalía regional de justicia, donde las carencias y falta de personal suenan como una bofetada en el rostro de los familiares de las víctimas; pues no encuentran justicia ni consuelo, ni nada que les indique que algún día van a atrapar a esos monstruos que ha formado la sociedad misma y que se aparecen de pronto para dejar solo desgracia, tristeza y soledad a familias enteras.

A Liliana Gutiérrez la mataron un 04 de agosto –en 16 días se cumplen justo dos años—del año 2016. La hallaron golpeada y estrangulada en su recámara en una casa que está en la calle Mina de Puerto Vallarta, en la colonia del cerro. Fue un crimen espantoso, su victimario actuó de forma cruel y salvaje, con mucho odio, pues le asestó 17 batazos en varias partes de su cuerpo, aunque se enfocó más en la cabeza. Al ver que la mujer no se moría, tomó un cable de un cargador de teléfono celular, y con este instrumento le apretó el cuello hasta asesinarla.

LA CASA DE LILIANA

La finca donde vivía Liliana se compone de tres casas que son compartidas por tres hermanos. La de ella era la última, pero todas se conectan entre sí, aunque por estar unas arriba de otra es difícil escuchar lo que sucede al interior de cada una, por ello el día del asesinato, nadie escuchó nada. Fue hasta las 2:30 de la tarde del día 05 de agosto, que fueron a buscarla. Una sobrina de nombre Diana alcanzó a ver por una rendija los huaraches de su tía con manchas de sangre y fue a avisarle a su tío, un hermano de Liliana de nombre Saul, que tuvo que hacer un esfuerzo para poder mirar un poco por las ventanas polarizadas, y en efecto, en la parte baja pudo ver el calzado de su hermana con líquido hemático, por lo que decidió quebrar un vidrio para entrar.

Saul por poco se desmaya al ver la tétrica escena de su hermana tirada en el piso, semicubierta con un cobertor a un lado de la cama, pero en medio de un charco de sangre. El asesino la mató en el cuarto que tiene vista al río Cuale, supo dónde cometer el crimen y a qué hora para que nadie escuchara, pues lo hizo entre las 3:00 y las 4:00 de la mañana. El sujeto todavía se dio tiempo para robarse objetos de valor, joyas y una cantidad de dinero en efectivo estimada en 400 mil pesos que ella guardaba debajo del colchón, producto de sus ahorros de muchos años.

Las sospechas recayeron de inmediato en un sujeto que Liliana había conocido seis meses atrás en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, donde ella trabajaba en el área de la notaría y hasta donde el tipo arribó para seducirla, lo cual logró a base de mentiras, pues le dijo que era divorciado y esto era falso, ya que en realidad él había llegado a Puerto Vallarta con su pareja sentimental de nombre Guadalupe Solís, una mujer regordeta güera que aparece con un vestido de novia al lado de él.

DURMIENDO CON EL ENEMIGO

Sin embargo, Liliana se enamoró del hombre y muy pronto lo llevó a vivir a su casa. Una de sus hermanas rápido desconfió de él, pero a Liliana nada le importaba, ella estaba feliz con su nuevo novio, sobre todo a sus 45 años y luego de una relación fallida.

El fulano dijo llamarse José Enrique Velázquez, pero después se supo que utilizaba tres nombres más, este que ya escribimos, el de José Luis Velázquez y el de Luis Enrique Velázquez Moranda.

Después se descubrió que su verdadero nombre es el de Jesús Alberto Guzmán Quesada, originario de Tepic, Nayarit, que vivió un tiempo en Querétaro y también en Salamanca, Guanajuato, donde es buscado por múltiples fraudes de tipo mercantil que ascienden a unos 10 millones de pesos, según informaciones a las que tuvo acceso a reportero.

Pues bien, este sujeto habría sido el que mató a sangre fría y con toda la premeditación, alevosía y ventaja, a la vallartense Liliana Gutiérrez Yerena, un crimen sin resolver que duele como cualquier otro que se comete en estas circunstancias, pues ella era una buena mujer, pero le abrió las puertas al susodicho y hasta lo metió a trabajar al departamento de “Cáritas” de la Iglesia de Guadalupe, donde por cierto también salió mal en el manejo del dinero y tuvieron que retirarlo del área administrativa.

EL CRIMINAL

Se trata de un criminal a todas luces, una persona psicótica que planeó muy bien su llegada a Puerto Vallarta para ligar a una mujer que lo mantuviera y ganarse su confianza y la de su familia para robarlos y defraudarlos en todo lo que se pudiera. Jesús Alberto, a quienes todos conocían como “José”, no solo mordió la mano que le dio de comer y le procuró techo y abrigo, sino que además faltó al quinto mandamiento y terminó matando a Liliana, la novia que embaucó para servirse de ella.

“José” no llegó solo a Puerto Vallarta, sino que al parecer se vino huyendo de Salamanca con su presunta cómplice y compañera –se casaron según testimonios gráficos—Guadalupe Solís, quien rentó una casa en la calle Jacarandas de la colonia Alta Vista, consiguió un trabajo en un negocio de artesanías, mientras su esposo salía a conquistar a una ingenua mujer para robarla… Y matarla.

Fue tan cínico, descarado y mentiroso “José”, que le hacía creer a Liliana que trabajaba en el Mayan Palace y que salía muy tarde de laborar, pues diario llegaba a las 4:00 de la mañana con uniformes que aparentaban ser de algún hotel o restaurante. Ahora se sabe que en el día y parte de la noche se la pasaba con su esposa Lupita, y por la madrugada se quedaba con Liliana, sin que ella lo supiera desde luego.

En el tiempo en que “José” se ganó la confianza de la familia de su novia, logró que por lo menos cuatro sobrinos, dos hermanos y dos hijos de Liliana le entregaran fuertes cantidades de dinero, al prometerles que, si le daban anticipos de 70 a 80 mil pesos, les iba a entregar camionetas del año, que él ya las tenía tratadas, porque según tenía un amigo que se las mandaba a Vallarta completamente nuevecitas.

A otros les pidió que le abrieran créditos en Liverpool y Lans con el cuento de que no tenía credencial de elector, y los dejó encharcados con cuentas que van de los 40 mil a los 60 mil pesos, y que todavía hoy se siguen pagando.

Fue tan labioso y abusivo con la gente que le dio su confianza, que también logró convencer a un señor ya grande él que trabaja en el área de intendencia de la Iglesia de Guadalupe, para que empeñara artículos costosos que había comprado en Liverpool como bocinas, cámaras, etc., a cambio de una comisión o propina.

EL MÓVIL DEL ASESINATO

La gota que derramó el vaso fue que el criminal se quedó con 10 mil pesos de un trabajo de colocación de cristales que hizo un sobrino de Liliana de nombre Carlos Yair, pues pese a que ella le dio el efectivo a “José” para que pagara, no lo hizo, por el contrario, se apropió de los recursos y esta mala acción tuvo sus consecuencias, ya que Liliana se hartó y lo corrió de su casa, en hechos que ocurrieron unos días antes de que la matara.

El haber sido echado de la casa por su propia novia habría enfurecido a “José”, quien buscó la manera de vengarse y en la madrugada del día 04 de agosto, se metió a la casa de Liliana, habría discutido con ella, la golpeó en repetidas ocasiones, agarró un bate que era de uno de los sobrinos de ella y con el palo le pegó en 17 ocasiones hasta tirarla. Después la ahorcó con un cable y ya que la vio muerta, cual vil ladrón, tomó una mochila y cargó con lo que pudo, dos celulares (uno de estos era de ella), una cámara digital y una tableta electrónica, que por cierto era propiedad del padre Luis el de la Iglesia de Guadalupe que se la había encargado a Liliana para que la mandara a revisar porque estaba fallando.

Lo más ruin y quizá el móvil más fuerte del asesinato, fue que al parecer “José” sabía que Liliana tenía dinero en efectivo en su casa, ya que buscó debajo del colchón y de ahí se llevó todo, una cantidad aproximada a los 400 mil pesos.

Con la paciencia y calma del asesino más ruin y despiadado, Jesús Alberto Guzmán Quesada alias “José”, salió muy tranquilo de la casa de Liliana, pasó obligadamente por las otras dos casas de las hermanas de ella y afuera se topó con un arquitecto vecino de la familia que ya llevaba a su hija a la escuela. El arquitecto, de pura puntada le dijo a su hija “mira hija, así actúan los ladrones, de madrugada”, si saber lo que había pasado. También lo vio que se retiraba de ahí una hermana de Liliana, pero nadie le dio importancia, pues nadie sabia que ya habían terminado y que ella lo había corrido un día antes de la casa.

EL CALVARIO

Lo que vino después ha sido todo un calvario para la familia, ya que primero tuvieron que esperar seis meses para que la fiscalía actuara y que un juez librara una orden de aprehensión. Fue mucho tiempo, que aprovechó el asesino para huir de Puerto Vallarta junto con su esposa.

Lo han buscado en Tepic y en Salamanca, donde ubicaron a los cuñados de “José”, hermanos de Lupita, pero nadie sabe donde están, se hicieron ojo de hormiga. Incluso fueron a buscarlos a Sayulita, donde se decía que la mamá de él tenía un negocio, pero ya no está ni el negocio ni la madre ni ningún familiar.

Saúl Gutiérrez y sus hermanas acudieron a la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco con sede en Vallarta y ahí les han ayudado un poco, al menos a hacer presión para que la fiscalía emitiera una orden de localización de este sujeto en todos los estados del país, pero a la fecha no se han conseguido resultados positivos.

El sujeto es un criminal muy peligroso, parece que junto con la esposa van de pueblo en pueblo o de ciudad en ciudad para defraudar a las personas y también para quizá asesinarlas como en el caso de Liliana, por lo que se considera un fugitivo que podría hacer daño en otro lugar.

Fue tan listo y es tan hábil para embaucar a las personas, que hasta logró convencer a Liliana para que sacara un paquete funeral a su nombre, al de José, y la que necesitó el paquete fue ella, por lo que urge que la Fiscalía de Justicia de Jalisco haga bien su trabajo y se pueda localizar a este sujeto y ponerlo tras las rejas, para que pague todos sus crímenes y no sea un peligro para la sociedad, pues suelto es una amenaza en donde quiera que se pare.

No podemos seguir consintiendo un feminicidio más, ningún crimen debe quedar impune, ese es el clamor social.

 

 

 

 

 

 

 

 

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