Pudo más el arraigo de los vallartenses de Vallarta que el empuje de un fuereño que no tiene el más mínimo cariño y respeto por Puerto Vallarta, es decir, el mismo Diego Franco, quien sólo vino a esta ciudad a hacer dinero a la sombra del poder.
Diego Franco perdió y en su derrota se llevó entre las patas a otro señorito que creyó ser el “todo poderoso” hombre del presidente, Adolfo López Solorio, mejor conocido en el bajo mundo como “El Grinch”, y quien dirige las riendas del Sistema del Desarrollo Integral de la Familia, el DIF.
Diego Franco hizo alianzas de humo, construyó castillos en el aire y pensó que por acercarse a una mujer ligada a Enrique Alfaro podría entrar como cuchillo en mantequilla a la planilla del Cepillo Dávalos, pero ni con calzador pudo meterse a las “grandes ligas” y ahora su destino es incierto.
Bien dicen que andando la carreta se acomodan las calabazas; y a Diego Franco sólo le queda regresarse a Guadalajara para lamer sus heridas en los bules de la calle 54 de Guadalajara.