Es penoso ver a un Luis Munguía extraviado en su curul de la Cámara de Diputados, donde sólo se la pasa maniobrando las aplicaciones de su teléfono celular de última generación para matar el tiempo, un verdadero zángano. Pero por increíble que parezca, se ufana en las redes sociales de que es uno de los legisladores con el mayor número de asistencias. No sabe que para la clase política lo mismo da que vaya o no, que haga acto de presencia o no, en el palacio de San Lázaro; toda vez que su participación hasta el momento ha sido nula, totalmente desapercibida.
En los primeros días de diciembre, se discutió en la Cámara de Diputados la reforma a la Ley del ISSSTE, las discusiones estuvieron álgidas, los legisladores del MC y del PRD, sobre todo, llamaron ladrones a sus pares del PRI, PAN y Partido Verde y en un momento determinado tomaron la tribuna para tratar de evitar este atraco a las cuentas de los pensionados, pero al final fueron “mayoriteados” por los representantes de las bancadas más grandes.
EL MOTIVADOR
Pues bien, mientras en la Cámara los garrotazos estaban a la orden del día, el “niño naranja” (o la naranja podrida del MC, como quieran llamarle) se entretenía en Puerto Vallarta en un evento público masivo, a donde invitó al motivador priista, Ramón Chávez Lara para que diera una charla de “coco wash” a gente humilde, de las colonias populares, en un conocido salón de El Pitillal.
Ya nada más nos falta que Luis Munguía se crea un Tony Figueroa o un Alex Dey y comience a hacer presentaciones para motivar a unos cuantos ilusos.
No se entiende cómo Luis Munguía abandona su trabajo para hacer campaña a destiempo (recuerden que quiere ser el candidato del MC a la presidencia municipal en el 2018), proyectar su imagen entre los seguidores del culto de Ramón Chávez y de paso tratar de vender un proyecto político que está destinado al fracaso, debido a sus altas dosis de populismo engañoso y porque, además, se está brincando a políticos como el propio Arturo Dávalos Peña, quien es el que lleva mano por ser el actual alcalde.
Es vergonzoso verlo sentado en la Cámara de Diputados con su celular en mano, sin saber qué hacer, sin ninguna iniciativa, sólo esperando que llegue el día de paga y que pasen los meses para regresarse a Puerto Vallarta y presumir lo que nunca ha hecho ni hará, pues sus limitaciones son enormes, no tiene tablas políticas, no se atrevería nunca a subir a la tribuna a discutir la no viabilidad de alguna reforma, porque simple y sencillamente no está preparado para ello; sus conocimientos también son limitados, sus estudios apenas le alcanzan para levantar la mano, pero hasta ahí.
EL BONO DE LA FRUSTRACIÓN
Por eso, cuando los diputados federales del MC, en especial Clemente Castañeda, quien es el coordinador de la bancada, anunciaron que rechazarían el bono de fin de año que oscilaba en unos 350 mil pesos, Luis Munguía hizo de tripas corazón, se aguantó el coraje, pero la frustración le llegó de inmediato, porque ese dinero lo pudo haber utilizado para pagar deudas y comprar conciencias a través de las charlas motivadoras de Ramón Chávez, pero el gozo se le fue al pozo.
Sin embargo, como que algún ladrón despistado que tiene como asesor le recomendó que asumiera la postura de Clemente Castañeda como suya; y para pronto se sumergió en las redes sociales para difundir una carta firmada por el propio Luis Munguía, donde presumía que había rechazado el mentado bono.
De inmediato surgió el tema de apenas unos meses atrás, cuando en el pleno del Ayuntamiento de Puerto Vallarta le otorgaron un finiquito (¡vea usted lo desvergonzados que son!) por concluir felizmente su labor como regidor, por la cantidad de poco más de 100 mil pesos. Todo gracias a que El Mochilas, su padre putativo en el terreno político, le otorgó esa gracia para que se fuera con un dinerito en la bolsa y pudiera sobrevivir mientras cobraba su primer sueldo como diputado federal.
La diferencia es que no era dinero de la bolsa de Ramón Guerrero. No, fueron recursos constantes y sonantes de las arcas municipales, dinero de los contribuyentes, pesos y centavos que son propiedad del pueblo de Vallarta, pero que han sido utilizados para pagar favores políticos en la impunidad total.
CUIDANDO LAS FORMAS
Ayer, Luis Munguía festejó su cumpleaños en algún lugar de Puerto Vallarta (creo que alguien le organizó un desayuno en el hotel Meliá), ya no se fue de antro ni se puso ninguna borrachera, como aquella de antología que protagonizó en una residencia de Conchas Chinas al lado de Ramón Guerrero en el 2013; iba tan, pero tan ebrio el “niño naranja”, que se quedó tirado por unos momentos en una banqueta del centro de Vallarta, donde hasta –se dice—habría perdido la cartera. No, hoy cuidó las formas, en verdad se la está creyendo, piensa que el pueblo vallartense se va a volcar a las urnas para elegirlo sólo porque tiene cara bonita (bueno, eso dice nuestra amiga Carolina Gómez) y porque es miembro “distinguido” del Movimiento Ciudadano.
Piensa que el pueblo no tiene memoria, que se le olvida las agresiones físicas que presuntamente le propinaba a la jovencita menor de edad (hoy ya mayor), Angélica Harris, hija cuasi adoptada de la regidora con licencia, Elisa Ramírez, quien sabe a la perfección la historia de este aparente estupro.
Uno quisiera tener diputados como Clemente Castañeda, un Enrique Ibarra (que ya ha sido legislador) y otros, no los mequetrefes que nos han tocado en Puerto Vallarta y en Bahía de Banderas, donde, por cierto, hay otro joven que sólo va a calentar la curul y su máximo logro es haber llevado a su esposa a tomarse la foto (una selfi o selfie) en la Cámara de Diputados, pero del que hablaremos en otro apartado por ser todo un caso.
Luis Munguía seguirá en campaña, continuará abandonando su trabajo legislativo, acudirá a levantar la mano cuando pasen lista de asistencia, pero seguirá siendo el muchacho inmaduro, oportunista, ambicioso que siempre ha sido; el trepador político por excelencia en el Movimiento Ciudadano.
Clemente Castañeda está muy ocupado como para saber todo lo que hace Luis Munguía, por eso no le ha llamado la atención, pero tener en San Lázaro a un diputado gris y mediocre, también acarrea consecuencias y esas se verán tarde o temprano.
Nadie como Luis Munguía para echar a perder los logros legislativos del MC.