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Lunes, 16 Diciembre 2013 20:19

Afirma la revista Proceso que la droga “come-jóvenes” llegó a Puerto Vallarta, aunque se trata de una adicta que la consumió en el extranjero

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En su edición número 1937, la revista Proceso publica un artículo firmado por María Luisa Vivas, donde se afirma que el primer caso de esta droga conocida como krokodil confirmado en México llegó a Puerto Vallarta, aunque en realidad se trata de una adicta que habría consumido la sustancia en el extranjero.

 

La siguiente es la nota:

“Sus efectos recuerdan las películas de zombis: extremidades ulceradas, piel verdosa y escamosa que se desprende como si fuera papel tapiz, dedos necrosados que se caen con sólo moverlos, brazos y piernas amputados, huesos expuestos, mentes sin voluntad…

Se trata de una nueva droga conocida como krokodil. Y ya llegó a México.

La alarma se encendió en la frontera norte en noviembre último, cuando Canadá y Estados Unidos reportaron diversos casos. Se temía que la droga entrara por Sonora, pero el primer caso confirmado llegó de Puerto Vallarta, Jalisco, en la primera semana de diciembre.

Una joven de 17 años, originaria del puerto pero radicada en Estados Unidos, llegó a un centro de salud —cuya ubicación se mantiene en reserva— con necrosis en tejidos cercanos a los genitales. La joven vive en Houston, Texas, donde se inyectó la droga. Vino de vacaciones a México y fue a parar a esa institución, donde se comprobó que consumía krokodil.

Según la Secretaría Técnica del Consejo Estatal Contra las Adicciones en Jalisco (CECAJ), la joven se encuentra controlada y regresará a Estados Unidos para tratar su adicción. Esta dependencia afirma que ya se buscó información en los 11 centros existentes en Puerto Vallarta y niega que haya registro de otro caso.

La sustancia activa de dicha droga es la desomorfina, también conocida como dihidrodesoximorfina o, por su antiguo nombre comercial, Permonid. Es un derivado de la morfina y tiene efectos parecidos, pero de ocho a 10 veces más intensos, aunque muy breves: dura entre 90 minutos y dos horas.

Si bien la sustancia fue descubierta en 1932 en Estados Unidos, su boom como narcótico es reciente. En 2002 comenzaron a detectarse casos de consumo en Siberia, pero fue en 2010 cuando éste comenzó a extenderse.

En 2012 también hubo manifestaciones de preocupación en Gran Bretaña y Alemania, en tanto que se registraban apariciones esporádicas del compuesto en Brasil y Argentina, aunque las autoridades de esos países no emitieron advertencias públicas.

En noviembre de este año se detectaron adictos en Niágara, Canadá, y en Phoenix y Tucson, Arizona, condados que limitan con Sonora…

IMÁGENES DESCARNADAS

Impactantes imágenes de adictos al krokodil circulan en Youtube. Son de las más duras que pueden verse en Internet: una joven completamente perturbada, incapaz de mantenerse de pie, con sus piernas verdosas; extremidades en las que ya aflora el hueso; agujeros en cuerpos gangrenados...

El nombre krokodil viene tanto de "clorocodida" —una sustancia precursora de la droga— como del vocablo ruso para "cocodrilo".

El nombre es exacto, porque la droga devora a sus víctimas, aunque de adentro hacia fuera; uno de sus efectos es el estallamiento de los vasos sanguíneos, lo que ocasiona que la piel se vaya tornando de color verde y con un aspecto escamoso: síntoma de que piel, venas y músculos empezarán a desprenderse hasta dejar a la vista los huesos. La amputación es, con frecuencia, la única forma de salvar la vida de un paciente. Por eso también se le ha llamado "la droga de los zombis".

Sus efectos son similares a los de la heroína, pero krokodil es más barata (un dólar cada porción), por lo que ha sido llamada la "heroína de los pobres". Como sus efectos son breves, los usuarios se inyectan con suma frecuencia. Un adicto puede llegar a inyectársela más de tres veces al día para evitar el síndrome de abstinencia, que es mucho más intenso que el que experimenta el heroinómano.

Enfrentar el síndrome significa sufrir escalofríos, vómito, respiración agitada, lagrimeo, flujo nasal, sudoración, hiperactividad, sentido de alerta exacerbado, incremento del ritmo cardiaco, fiebre, pupilas dilatadas, temblores, dolor muscular intenso, inapetencia, dolor abdominal, diarrea, paranoia y psicosis.

Así que quien la consume difícilmente puede soltarla. De ahí en adelante sólo queda esperar la muerte. El consumidor de heroína puede vivir más de 30 años como adicto, pero quien consume krokodil no vive más de tres, afirma Laura Margarita León León, directora de Tratamiento y Rehabilitación de Centros de Integración Juvenil (CIJ) Nacional.

"Vive sólo tres años no por la droga en sí, sino por las consecuencias: lo que hace es destruir las arterias, es decir, va dejando la piel y los músculos sin irrigación, y por lo tanto el adicto se va pudriendo, se va necrosando al no tener circulación y oxigenación. Como no hay irrigación produce gangrena, y hay posibilidad de que otras partes del organismo se infecten", explica en entrevista.

Los daños neurológicos, abunda, son devastadores: "Mata el cerebro". Va desgastando las funciones intelectuales, principalmente las superiores, del área prefrontal, que están relacionadas con la concentración, atención, memoria, razonamiento y toma de decisiones.

"Es el área que nos diferencia de los animales. Es donde nosotros tenemos la capacidad de decidir, de razonar, de tomar decisiones. Cuando esto se va acabando los adictos empiezan a actuar como animalitos, a tener sexo indiscriminadamente, a ser violentos, a agredir", comenta.

En los 114 CIJ de la República, dice, no ha habido reportes de adicción a krokodil, pero ello no significa que no exista gente enganchada.

Atrás de krokodil, dice, viene otra droga de origen africano. Es una combinación de canabis y heroína que ya está identificada por el National Institute on Drug Abuse (NIDA) de Estados Unidos, que lleva el registro de drogas emergentes y alerta de ellas a los demás países.

MARÍA LUISA VIVAS



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