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Miércoles, 20 Enero 2021 01:16

Alfaro, otro intento de albazo contra Vallarta al tratar de asumir el control de la policía municipal Destacado

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Por Jorge Olmos Contreras

Desde el 11 de enero pasado, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez tenía debidamente planchado y guardado bajo el más riguroso secreto, un acuerdo oficial para, sin avisar al presidente municipal, ni a los empresarios ni a ningún otro sector, que él personalmente asumiría el control total de la policía municipal debido a que existen “considerables” denuncias presentadas ante la fiscalía estatal por diversos hechos delictuosos.

Sin referirse en concreto a algún caso en especial, Enrique Alfaro justificó esta medida “por los sucesos ocurridos durante los últimos meses” entre los que destacan –subrayó el mandatario estatal-- “privaciones ilegales de la libertad, secuestros, homicidios, así como otros delitos de alto impacto”.

El acuerdo se publicó en el periódico oficial “El Estado de Jalisco” el lunes 18 de enero –ocho días después de tenerlo calentando a fuego lento, como cuando se prepara un pollo rostizado--, el mismo día en que desde Guadalajara se anunció la implementación de un esquema de mando mixto en la policía municipal y el nombramiento del nuevo director, Fernando Viveros Hernández, un capitán de navío formado en la Secretaría de Marina Armada de México.

Para tratar de salvaguardar su imagen ante el municipio de Puerto Vallarta, Enrique Alfaro dijo en su Acuerdo del día 11 –que fue publicado hasta el martes 19, pero con fecha del lunes 18-- que fue el Consejo Estatal de Seguridad el órgano que tomó la decisión de que el titular del poder ejecutivo del estado –o sea él mismo—asumiera el control de la policía preventiva aquí.

LAS CONTRADICCIONES

Sin embargo, el mismo 18 de enero el gobierno del estado envió un comunicado a los medios donde señala que fue la Comisión Ejecutiva del Consejo Estatal de Seguridad la que determinó implementar un esquema de mando mixto entre los tres niveles de gobierno, con la Secretaría de Marina a cargo de la policía municipal; lo cual resulta contradictorio al Acuerdo del gobernador.

En este contexto y al publicarse el Acuerdo ayer martes en el periódico oficial de Jalisco, donde insistimos, Alfaro se autoproclama como quien asumiría el control total de la policía municipal, las reacciones no se hicieron esperar, sobre todo porque en la víspera se había nombrado ya al capitán de la marina, Fernando Viveros Hernández, como el nuevo comisario de seguridad de Puerto Vallarta.

DESDE LOS SÓTANOS DEL PODER

En los círculos políticos esto se tomó como otro intento de albazo de Enrique Alfaro contra Puerto Vallarta, un golpe preparado, cocinado y escondido ahí sí, desde las esferas del poder de los sótanos en Jalisco, para perjudicar al municipio y a sus habitantes al tratar de dañar la imagen turística de la ciudad, primero militarizando el puerto y segundo, con la amenaza de que él asumiría el mando de la municipal.

Y es que, si observamos los resultados de la más reciente encuesta nacional de seguridad pública urbana, realizada por el INEGI durante el mes de diciembre, Puerto Vallarta se mantiene en el top ten de ciudades más seguras del país, al ubicarse en el séptimo puesto de entre las 85 localidades y zonas urbanas contempladas en este informe, según un boletín del Ayuntamiento vallartense.

El comunicado indica que Vallarta se encuentra entre los lugares con menor percepción de inseguridad entre la población mayor de 18 años, al ubicarse detrás de San Pedro Garza García (NL), Los Cabos (BC), Mérida (Yuc), Saltillo (Coah), La Paz (BC) y San Nicolás de los Garza (NL).

Si bien es cierto que hechos tan lamentables como los asesinatos del empresario Felipe Tomé primero, y del exgobernador priista, Jorge Aristóteles después, generaron un efecto mediático impresionante –y se entiende por ser Vallarta una especie de caja de resonancia a nivel nacional por ser un destino de talla internacional--, también lo es que la seguridad pública se debe trabajar con estrategias inteligentes que no dañen la imagen del puerto.

CARGADA Y RECULADA

Bajo esta tesitura, pensamos que el gesto de Enrique Alfaro al tratar de asumir el control de la policía municipal no es amable ni inteligente; por el contrario, pareciera que otra vez actúa con el hígado para perjudicar a Puerto Vallarta, ya que, si nos vamos a las estadísticas y a los hechos violentos que ocurren todos los días en la zona metropolitana de Guadalajara, desde hace muchos ayeres el gobernador debió dejar en las comisarías de seguridad pública a personal castrense, así como en el mando estatal.

Pero vuelve a la cargada contra Puerto Vallarta, cuando el verdadero problema lo tiene en Guadalajara, Zapopan, Tonalá, Tlaquepaque y Tlajomulco de Zúñiga.

Lo único positivo de todo esto es que Alfaro reculó ayer mismo y habría ordenado que se retirara del periódico oficial su Acuerdo de marras donde pretendía erigirse como el “Gran Comisario de Puerto Vallarta”.

Sin embargo, para que todos en Puerto Vallarta estemos tranquilos, se tiene que publicar un desmentido o una fe de erratas en el mismo periódico oficial “El Estado de Jalisco” donde se especifique que dicho Acuerdo queda sin efecto.

Bienvenido el esquema mixto en la estrategia contra la inseguridad en Puerto Vallarta, pero nadie en su sano juicio querría al gobernador como “Súper Comisario”, ni como un “Buzz Lighyear” de última generación para supuestamente combatir al crimen.

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