Ramiro Gómez había auspiciado el allanamiento del fraccionamiento en abandono, Miramar. Al principio de la campaña electoral pasada, el caso del fraccionamiento Miramar volvió a ser noticia. Ahora por la férrea posición que ante los vecinos asumió el candidato priista a la alcaldía José Gómez. Casi al mismo tiempo, la autoridad judicial ejecuto al menos dos acciones y reforzó su presencia en el vecindario. Las suspicacias apuntan a que todo fue una reacción del candidato priista cuando los vecinos le dejaron sentir que apoyarían, no a él, sino a Héctor Paniagua Salazar, el principal adversario de Gómez Pérez en la elección.
Esta semana nos comentaron episodios que por alguna razón se mantuvieron en secreto y se reservaron contarlos hasta después de la elección. José Gómez llegó al grado de amenazar a los vecinos, una actitud vengativa y revanchista advierten los agraviados.
Miramar es un caserío del que muchos se refieren como el “cartolandia” de Bahía de Banderas. Tiene una vida que no pasa en mucho los cinco años. Decenas de familias, en teoría sin vivienda, invadieron el predio donde se levantaron a medio construir. Por cierto, uno de los invasores fue precisamente el propio José Gómez. Abusadillo como lo es, Gómez Pérez fue azuzado por su cuñado, Rafael Cervantes, ya cuando este estaba al frente de la alcaldía para cambiar su plan original y darle forma de casa a una finca. Ahí metió a un grupo de empleados que le ayudaron en su campaña. El plan original de Gómez había sido construir un antro, un centro de entretenimiento para noctámbulos. Pero desde el principio, Paniagua desde la alcaldía se opuso y le negó cualquier permiso.
Los posesionarios de casa en Miramar están entre la espada y la pared. Son una especie de victimas de dos familias que por razones distintas viven sus propias batallas. Entre Paniagua y los Gómez-Cervantes hay odios y enconos enraizados. La política los envileció. A Miramar entraron familias humildes, esperanzados en tener un patrimonio a heredar a sus hijos. Claro, no faltaron oportunistas y abusadillos, como Gómez, que invadieron lotes para agrandar su ya de por sí grande fortuna personal.
Cuando Paniagua fue en su segunda vez presidente municipal no evadió atender las peticiones de los vecinos que clamaban por los servicios básicos. Les ayudó con presencia permanente de policías; se ofreció para introducir agua; les llevó algo de material para construir los cimientos y primeros techos de lámina. Ramiro Gómez ya decía representar a los vecinos y se presentaba como líder de la CAM. Organizaba cooperaciones para gastos distintos, como por ejemplo, una cuota para la compra de una bomba y extraer agua de un poso. Nadie nunca ignoró que las villas Miramar era un asentamiento irregular. Paniagua los acercó con funcionarios estatales, con personal de la CFE y puso a sus servicios al personal del área jurídica. En el castellano de la zona, Paniagua se los granjeó y los vecinos respondieron con gratitud y lealtad en esta última campaña electoral. Eso irritó a Gómez.
Para esta última campaña, ya Ramiro Gómez Lizárraga estaba fuera de la jugada. Los Gómez-Padilla eran los nuevos reyes de la comarca y desde la alcaldía, Rafael Cervantes pidió al fiscal del estado, Edgar Veytia quitárselo de encima, a él y a su cuñado Pepe Gómez. Le fincaron delitos de extorsión y usurpar funciones de la Comisión Federal de Electricidad por atreverse a colgar diablitos y proveer de energía eléctrica a los colonos. Delitos federales y del fuero común mandaron a la cárcel al dirigente vecinal.
Los posesionarios de Miramar sostienen que Gómez nunca cooperó con ellos para gastos cotidianos. Construyó su casona y las veces del operativo de desalojo, a principios de mayo, fue al único que no molestaron. Por eso, ya en campaña, la mayoría apoyó a Paniagua. Envalentonado, un día se presentó con ellos Pepe Gómez. Le hablaron de frente. La respuesta del abanderado priista fue gansteril. Los amenazó. “Cuando sea presidente, me va a llevar dos horas en desalojarlos, traer máquinas y destruirles sus casas”. Ahora que ya presume ser alcalde electo, los vecinos se acuerdan de sus amenazas. “Ese Gómez es un monstruo, una persona malosa, malvada, vengativo. Le va hacer mucho daño al municipio”, contó un vecino.
Nos dicen que no le tienen miedo. Que si Gómez les quiere quitar su único patrimonio, le van a responder. No se atienen a Paniagua ni al “Maylón”, otro antiguo protector de la colonia.
Es cierto que en su momento Paniagua les ayudó con servicios urbanos pero también metieron mano las familias Gómez-Cervantes Padilla. Fue Cervantes el actual alcalde el que patrocinó a un grupo de invasores para dividirlos. Fueron los protegidos del alcalde, entre ellos su cuñado y eventual sucesor en la alcaldía, los que se quedaron con la mayor parte de las 14 hectáreas que reclama un banco estadunidense. De permitirse en desalojo, solo será una treta para que el presidente municipal saliente y el que entra, Rafael Cervantes y José Gómez se queden con todos los terrenos. Eso acusan los vecinos, temerosos de ser desalojados. Curioso les resulta que Gómez tuvo el descaro de decirles que les iba a tumbar sus casas porque eran una vergüenza para Bahía de Banderas; “es un descarado porque también él vino y se apoderó de un predio. Y ahora dice que somos una vergüenza”.
“Comparado a su cuñado Rafa, Gómez es un monstruo. Lo vamos a pagar los que apoyamos a Paniagua pero también lo van a pagar muchos priistas, muchos que ayudaron (a Gómez Pérez) en su campaña. Lo va a pagar toda Bahía de Banderas. Solo unos cuantos se van a enriquecer. Lo vamos a ver” concluye la charla.
REVOLCADERO
Por cierto, al que le llueven señalamientos es a Adrián Guerra Padilla, el ex candidato del Movimiento Ciudadano a la alcaldía. A destiempo, hay quienes lo tachan de haberse vendido. Decimos a destiempo porque en su momento se publicaron versiones de existir pláticas entre el ganadero y priistas. De acuerdo a versiones de priistas, en los más altos niveles, le ofrecieron a Guerra “transferir” votos a José Gómez a cambio de algunos milloncitos de pesos. La historia no puede ser vendida como cierta pues estos pactos no se cierran a los ojos de extraños. Pero surgen evidencias de que algo pudo haber ocurrido y que, a cambio de algunos cientos de votos, Adrián Guerra pudo haberse embolsado algunos pesos. A todos se les hace raro y sospechoso que Adrián fue el primero de los candidatos declarar ganador a Gómez.***** Como que Héctor Paniagua Salazar sabe que si cobija quiere hallar, debe viajar al Distrito Federal. Y pues eso hizo. Las cabezas nacionales del PAN y del PRD, Gustavo Madero y Jesús Zambrano lo acompañaron a un restaurante, se tomaron la foto, y elevaron al cielo la arenga de que los dos se unirán para defender lo que dicen fue un triunfo en las urnas de Bahía de Banderas. Claro, también juntos vana defender la integridad física de Paniagua, que no van a permitir el acoso judicial que tiene encima su ex candidato a la alcaldía vecina. Y bueno, ya entrado en confianza, Paniagua les avisó a sus seguiores que se vayan preparando para la siguiente campaña. Que Paniagua se abrió camino para ser el futuro candidato a la diputación federal por el distrito tres, el del sur de Nayarit. Y como el PRI tiene vacas flacas ya por decreto azul y amarillo lo declaran triunfador.****** Por cierto, ben vale la pena recordar que en su recurso de impugnación, Paniagua y compañía deben reflejar confianza en que ganarán. Apostaron a lo grande pero ya ven otros horizontes, otra campaña. En la impugnación, no exigen le quiten votos a José Gómez y les den votos a Paniagua. Reclaman la intromisión del “estado” y exigen la anulación de todo el proceso, del cómputo final. Es decir, la argumentación y motivación la invocan a la causal de utilidad genérica, que en el español más entendido significa que piden anular la elección.