Por Gerardo Sandoval Ortiz
A propósito de los cambios de timón, de rumbo, de intereses y de aliados que surgen de nuestros políticos al encumbrarse en el poder, vale la pena remontarnos en breve a ciertos paisajes de los aciagos años de la llamada Revolución Mexicana, la que en esencia más bien fue una serie de revoluciones y revueltas regionales en Chihuahua, Morelos, Coahuila y Sonora.
Derrocado Porfirio Díaz, Francisco I. Madero lo sustituyó con el apoyo del régimen estadunidense. El presidente Willian Taft viró un año después y conspiró en febrero de 1913 y en el conocido como “la decena trágica”, usó a su embajador Henry Lane Wilson para derrocar a Madero e imponer a Victoriano Huerta. Luego, Woodrow Wilson, el sucesor de Taft, rectificó la posición del imperio del norte, apoyo a Pancho Villa y a Venustiano Carranza, para desterrara Huerta y llevar al poder a Carranza. Huerta se había acercado a los intereses ingleses y dado la espalda a los intereses norteamericanos. A continuación, Wilson casi llegó a una guerra con Carranza debido a los acercamientos de éste con los alemanes en plena crisis de la primera guerra mundial. Fueron los días de la expedición punitiva, la legendaria persecución de Pancho Villa por territorio mexicano.
¿A que viene este breve recuento revolucionario? Bueno, pues a que desde hace un siglo nuestros políticos mexicanos son tan ladinos en el arte de engañar que han sido capaces de reírse de los hombres del imperio del norte para salirse con la suya. Les granjean todo tipo de apoyos para alcanzar el poder político y ya encumbrado exhiben un rostro que confunde y decepciona a quien y a quienes le sirvieron para sus fines.
En Puerto Vallarta es cosa de cada tres años escuchar lamentaciones de quienes apoyaron decididamente tal o cual proyecto de tal o cual político que, en espera de cogobernar y compartir el poder, solo encuentran el desdén, rechazo y decepciones. Como Ramón Guerrero Martínez hay muchos ejemplos por citar, el más sonado, el de Héctor Gallegos de Santiago, uno de los que rumian por haber impulsado al alcalde. El contador se erigió en el aliado más formidable del “mochilas” desde los tiempos que era regidor. Con meses en el gobierno, sin mayores explicaciones, un día la avisaron que por órdenes del presidente municipal debería renunciar a la dirección de Participación Ciudadana.
Nuestros héroes revolucionarios fueron capaces de engañar con sus simulaciones a los gobernantes estadunidenses y desde esos tiempos dejaron honda huella, costumbres, culturas y tradiciones, que en la época moderna, se pueden aplicar al gobernante en turno. Lo mas grosero, ahora no engañan a extranjeros, engañan a los electores.
Fue Javier Bravo Carbajal quizá el alcalde vallartenses que más ha sido motivo de quejas de sus subordinados. Individuo con tendencias de poseer una personalidad bipolar, muy pocos en su entorno íntimo le soportaron los tres en el gobierno. Se multiplicaron funcionarios que acabaron por renunciar declarándose impotentes de trabajar al lado de un gobernante incapaz de hilar la más mínima congruencia en su estilo de conducir las riendas del gobierno. Fueron mas de uno quienes al final confesaron haber sentido engañados por un Javier Bravo dulce y tierno en campaña, que sentado en el poder, se condujo como un ser dictatorial.
Pasamos por alto a Salvador González Reséndiz para entrarnos en el actual Ramón Guerrero Martínez. Nos motiva nuestro convencimiento de la multiplicidad de voces y opiniones que van en sentido contrario a la satisfacción del gobernado por las acciones de su gobernante. En el interior de la administración municipal, aunque tímidas, es posible oír confesiones de funcionarios un tanto decepcionados de rumbo que ha toma del gobierno municipal. Los más, prefieren las comodidades de cumplir la jornada de trabajo y esperar los días de quincena para cobrar su cheque.
Imposible olvidar aquellos desplantes de Pedro Ruiz Higuera que apenas ganó su elección, fue a casa de la viuda de Rodolfo Domínguez Valle a decirle “Gloria, venga a rajarme”. Cuatro semanas antes de la elección Domínguez murió y, para ser candidato sustituto, Pedro prometió a la viuda la presidencia del DIF. Prometió mucho más pero con la alcaldía en sus manos, Ruiz Higuera se negó a cumplir todos los pactos.
Ahora, tal cual citamos arriba, lo grave está en el sentimiento de haber sido engañados por un Ramón Guerrero en los días de campaña. En ese supuesto caen decenas de trabajadores municipales, varios de los cuales se apuntaron en la revuelta de días atrás para obligar al alcalde a dar marcha atrás al Fideicomiso.
Como cuando nuestros héroes revolucionarios jugaron en contra de los intereses de los norteamericanos, estos les dieron la espalda, conspiraron para echarlos del poder y en el caso mas grave, alentaron el asesinato de Madero. Nuestros amigos los trabajadores sindicalizados son mesurados, no exigen la renuncia ni la muerte de Guerrero aunque sí conspiran para el destierro de su líder sindical, Gilberto Lorenzo Rodríguez. Si su voto no fue decisivo para llevar a Guerrero Martínez a la alcaldía, si influyeron con su voto para llevar a la dirigencia sindical a Gilberto Lorenzo, y en consecuencia, lo asumen como su derecho destituirlo del cargo.
Vistos la serie de fracasos de nuestros políticos de hoy, se ve chiquitos comparados inclusive a los gobernantes de los tiempos mexicanos de las cavernas. Venustiano Carranza sorteó con éxito los años más violentos de la revolución mexicana aplicando la misma fórmula en la que antes se apoyó Porfirio Díaz. Dictador y todo, pudo conciliar caudillos regionales que merodeaban por todas partes del país hasta hilvanar tres décadas al frente del gobierno mexicano. Díaz tomó al país desunido y fraccionado en regiones gobernadas por los generalotes de los tiempos de la batalla contra los franceses a los que sometió a control ofreciéndoles extensas tierras. Se convirtieron en terratenientes y latifundistas pero abrazaron la causa y os transformó en defensores de su régimen ayudando a fortalecer el estado. Carranza, laureado héroe dela revolución, se despojó de la principal bandera zapatista, y para reivindicarse con los de su clase, terminó por regresar tierras y hacienda “expropiadas” por los revolucionarios.
Con lo último quizá nos nace la bienintencionada sugerencia de que nuestros gobernantes bien pueden tener mejor resultado si comparten beneficios con aliados y adversarios. Se complican su situación por sus tendencias a comerse todo el pastel y se constante negativa a reivindicarse con quien o quienes en su momento les ayudaron a conseguir el objetivo. Padecen de una crónica ceguera que les impide identificar quién y quiénes en su próximo futuro esta en condiciones de erigirse en un eficaz aliado. Por esa incapacidad deambula por las calles de la ciudad un Javier Bravo que no alcanza a entender que su situación de hoy es producto de sus limitaciones. Ramón Guerrero está todavía en tiempos de corregir.
Revolcadero
A principios de la semana se hizo oficial la renuncia del titular de Comunicación Social, Enrique Plascencia. Solamente se adelantó a la fecha que el propio Plascencia había confiado a sus amigos por lo que a nadie sorprendió tal dimisión. Lo que ese lunes si fue sorpresa fue el anticipado aviso de que también renuncia Silvia Alvarez Bustos a la jefatura de prensa de la misma dependencia municipal. Enrique Plascencia renuncia a cobrar sus quincenas y regresa a Guadalajara, la misma ruta que seguirán decenas de funcionarios municipales importados de la capital del estado. En donde hay un mensaje preocupante es en la renuncia de Silvia Alvarez. La señora es de las pocas mochilistas comprometidas con el proyecto y desde siempre sin las obsesiones de muchos otros que se subieron al tren de Ayutla para conseguir un jugoso empleo. Ignoramos si hay desencanto o decepciones por el proyecto. La señora nunca lo confesará. Pero se va un entorno de condiciones que permiten exponer razones que apuntan a las desilusiones políticas. Porque los alazanes de Silva ya se cuidan solos.***** Lo que también debe preocupar, pero a la ciudadanía en su conjunto es el golpe dado por un magistrado a la concesión del alumbrado público. En lo político golpea a la administración de Ramón Guerrero pero a la larga, el golpe económico será para la comunidad. Han sido tantos y tantos actos de gobierno, negocios o concesiones, que al manipular todo para beneficiar a un socio y amigo, se aparten de la legalidad afectando con ello gravemente a la ciudad. Como en aquella concesión de la basura, el tercero interesado, acusa fraude y muchas chuladas, reclama indemnizaciones, recurre a la autoridad y esta condena al municipio, no al alcalde que cometió el acto, a pagar una millonaria suma. Bueno sería que los responsables, paguen de su bolsillo.****** Vaya, nuestros amigos mochilistas nos juran que Santiago Centeno esta moviendo sus hilos, operando pues, para que Ramón Guerrero asuma el control del PAN en la siguiente dirigencia que habrá de elegirse en semanas. Que tiene en la mesa de un aspirante un ofrecimiento y que en principio ha sido aceptado. Buscamos a la tercera fuente, y es mochilista, que nos confirme si es cierta la versión.