Los padres Job Contreras y Jorge Cueto oficiaron la misa que inició en punto de las 13:00 horas y terminó a las 14:30, momento en que fueron subidos a la carroza fúnebre los restos del personaje que solía gritar un “ta, ta, ta, ta” cuando el Chavo del Ocho le decía “maestro longaniza”.
Fue una misa para recordar, ya que su esposa hoy viuda de Aguirre y sus hijos recibieron cientos de condolencias del público en general, sobre todo de niños que se acercaban a tocar el ataúd y a darles un abrazo. Los padres de familia llevaron a sus hijos para acompañar a quien ellos recordaban muy bien y que veían en televisión cuando eran pequeños.
Las lágrimas se desbordaron por las palabras del padre Job, quien recordó que el programa del Chavo del Ocho fue una serie muy mexicana, pero, sobre todo muy sencilla, que cultivaba los valores y que la vieron millones de personas, por lo menos las últimas cuatro generaciones.
De sus compañeros de la famosa vecindad del Chavo, sólo vino a Puerto Vallarta el actor Edgar Vivar Villanueva, mejor conocido como “El Señor Barriga”, quien estuvo muy triste durante toda la misa, pero a veces sonreía al momento de recibir unas palmaditas de personas que lo consolaban por la pérdida del amigo de toda la vida.
Muy triste e inconsolable Verónica Aguirre, una de las hijas más chicas del Profesor Jirafales, y quien fue la que estuvo al pie de la cama de su papá todo el tiempo que estuvo enfermo. Ella vivía con su padre en unos condominios de Puerto Vallarta, donde falleció la madrugada del viernes a causa de una neumonía que se le agravó por la diabetes que padecía.
La Iglesia de la Divina Providencia, que se ubica en el fraccionamiento “La Aurora” a unos cuantos metros de la zona hotelera y turística de Puerto Vallarta, lució pletórica, había mucha gente, mucha prensa, muchas cámaras y cientos de manos con celulares para tomar la instantánea.
El llanto se desbordó por momentos entre personas conocidas y desconocidas del actor, que yacía en su caja fúnebre color caoba, adornada por decenas de flores blancas y coronas con los nombres de sus dolientes.
En dos ocasiones, los dos curas que dirigían la misa pidieron un fuerte aplauso –que resultó muy sonoro y retumbó en toda la iglesia—para Rubén Aguirre, a quien siempre se recordará como el amable y elegante Profesor Jirafales.
Al final llegó el momento más emotivo, el del último adiós, el de ordenar al personal del servicio funerario sacar el ataúd para subirlo a una vistosa carroza color plateada, pero sencilla, instantes en que Verónica se quebró y volvió a estallar en llanto, pues era la despedida del padre, el amigo, el maestro, el líder, el compañero, el que la llevó por el camino del bien y que ella devolvió con inmensas muestras de cariño, pues estuvo con él hasta el final, al igual que su señora madre.
La gente se arremolinó en torno a la carroza, no querían dejar partir al profesor Jirafales, por lo que alguien pidió una porra para darle el último adiós, momento que fue aprovechado por la multitud para gritar tan fuerte como fue posible, un “¡Ta, Ta, Ta, Ta!”
Murió a los 82 años de edad un 17 de junio del año 2016, descanse en paz Rubén Aguirre, el maestro longaniza, el profesor Jirafales, el que todos… alguna vez tuvimos uno… en el salón de clases.
