Por Jorge Olmos Contreras
(Primera parte)
Un famoso expediente duerme el sueño de los justos en los archivos muertos del Juzgado Segundo de lo Penal en Puerto Vallarta. Se trata del voluminoso folder que contiene el caso del norteamericano Thomas Frank White, el presunto pederasta que fue acusado como tal sin que se le haya comprobado nada en términos jurídicos y mucho menos se le haya sentenciado por los cargos que un grupo de abogados lo denunció, el de corrupción de menores, pornografía infantil y violación.
El gringo Tom murió en una celda del penal de Ixtapa y ahora se comienzan a descubrir graves irregularidades en el proceso de extradición que se le siguió, solicitado por Estados Unidos, ya que lo dejaron encarcelado casi nueve años, lo cual fue violatorio de sus derechos y una falta grave al artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Los Estados Unidos solicitaron a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER) de México la extradición de Thomas White por la intención o conspiración de cometer el delito de abuso de menores, nunca por un hecho consumado o probado.
Fue detenido el 14 de febrero del 2003 en Tailandia cumplimentando una orden de aprehensión emanada de un Juzgado Penal de Puerto Vallarta, estuvo detenido hasta el dos de agosto del 2005 en ese país asiático –dos años y medio--, y el tres de agosto fue trasladado a México y sometido a procesos penales acusado de haber tenido relaciones sexuales con menores de edad. El extranjero fue absuelto de todos los delitos del fuero común, pero permaneció en la cárcel de Ixtapa debido a la solicitud de extradición del gobierno norteamericano.
UNA DECADA EN PRISION
Pasaron casi 10 años y el gringo no fue extraditado, murió de enfermedad en el Centro Integral de Justicia Zona Costa Norte, mejor conocido como el Ceinjure, el pasado 10 de septiembre de este 2013.
Nadie se explica el por qué la Secretaría de Relaciones Exteriores no agilizó la extradición de Thomas White a Estados Unidos, ni el por qué lo mantuvo preso casi una década.
La historia del caso Thomas White es escalofriante y supera cualquier drama que haya proyectado el Discovery Chanel en la serie de programas reales “Preso en el Extranjero”.
Muchos se preguntan cómo es que el gringo estuvo tanto tiempo en la cárcel sin que se le haya extraditado ni comprobado nada sobre el abuso de menores. Y la respuesta está en los expedientes del caso, donde se revela cómo el abogado Mauricio Rodríguez –preso actualmente por el delito de presunta extorsión— y su homólogo norteamericano, David Replogle, habrían conspirado para reclutar a menores de edad para que declararan –a cambio de favores, como regalos, paseos y dinero—en contra de Thomas White y acusarlo de abusos sexuales contra ellos.
EL ESCANDALO
El caso tomó dimensiones de verdadero escándalo en Puerto Vallarta, Guadalajara y otras ciudades, al grado de que Thomas White fue sentenciado por la vox populi, gracias al manejo mediático que se le dio a este asunto. Todos o casi todos, lo declararon culpable antes de ser juzgado y siempre se refirieron al él como el gringo pederasta, no obstante haber sido absuelto por delitos de índole sexual, abuso o corrupción de menores.
Quizá el gringo sí estuvo implicado en una red de pederastas, pero en México nunca se comprobó nada en los tribunales.
A la vuelta de los años, y tras la muerte de Thomas White y por considerarlo de interés público, nos abocamos a leer el expediente 36/2013-C que obra en el Juzgado Segundo de lo Penal sobre este caso, y descubrimos que los menores de edad que antes declararon en contra del gringo Tom, se retractaron, dijeron que todo era mentiras y que tanto David David Replogle como Mauricio Borrego, los orillaron a mentir a cambio de dinero.
Por cierto, David Replogle está preso en Estados Unidos acusado de homicidio y Mauricio Borrego corrió la misma suerte, pero en Puerto Vallarta, donde está recluido por el delito de presunta extorsión.
LA TRAMA DE UNA EXTORSIÓN
La historia de esta supuesta extorsión comenzó cuando en la cárcel, Thomas White recibió la visita de otro interno, Omar Ismael Marín Zepeda, quien le dijo que ellos (se refería a varias personas) podían solucionar su asunto. Mediante cartas, le decían que aunque “sabían que era inocente”, ellos podían ayudarlo a obtener su libertad, pero que si no quería, también podían perjudicarlo seriamente.
Personalmente, Omar Ismael le advirtió que él tenía la manera de hundirlo, pero que si a cambio de su silencio le daba 100 mil dólares, no presentaría pruebas que según él tenía en su poder y que podían perjudicarlo en el proceso.
En las cartas menciona a dos personas, Mauricio Rodríguez Borrego y a David Replogle, los que según las cartas, han querido obtener dinero de su persona, “y al parecer estos se encuentran involucrados con otras personas a las que pretenden manejar como víctimas”. (Este es un extracto del reportaje publicado en la edición impresa de VALLARTA UNO en circulación desde el pasado miércoles 18 de diciembre)