No hay secretos por revelar. Cualquier hijo de vecino sabe que los votantes le dieron la espalda al PRI por el despotismo de muchos de sus candidatos, la corrupción de priistas desde el gobierno, a la soberbia, arrogancia y abusos cometidos al cobijo del fuero y manto partidista.
Dos días después de la elección, la dirigencia estatal del partido declaró que la corrupción del partido y la inseguridad eran las causales de la estrepitosa derrota. Faltó añadir la ruptura de sectores y organizaciones, militantes y simpatizantes.
La fractura del priismo es la marca de las derrotas en Puerto Vallarta y en el distrito. El domingo 1 de julio pasado ocurrió otra vez, como en febrero de 1994, noviembre de 1998 y de 2001, o en julio del 2012, 2015 y este julio pasado. Si el PRI no va unido a la elección su probabilidad de ganar es nula.
Varios días atrás, Carlos Hernández Rodríguez le dedicó unas palabras a Cesar Abarca Gutiérrez, el que aspiró a ser candidato a alcalde y le cerraron la puerta para “sacrificarlo” en la candidatura a la diputación federal. Carlitos, de traidor no lo bajó. Exhibió cuentas personales pendientes por saldar.
Carlitos Hernández es uno de los amigos de barrio de Andrés González Palomera. De aquel grupo de chamacos en donde destacaba Marco Antonio “el mago” Nazaret, aquel boxeador, de trágica muerte al cabo de enfrentar en el ring a uno de los hijos de Julio Cesar Chávez. Cuando Abarca despachó en la oficina principal del Seapal, Andrés González le recomendó a su amigo y se le abrió un lugar a la nómina. Lo despidieron pronto por falta de entrega en el trabajo. No es necesario dar detalles pero ni el amigo Andrés pudo conservarla la plaza.
En la elección de julio, Cesar Abarca pudo sumar poco más de 22 mil votos en Puerto Vallarta. Son casi tres veces al total de las papeletas adjudicadas por Roberto González Gutiérrez, el que a duras penas pudo rebasar los 8 mil sufragios. Este fue el candidato a alcalde. Las cifras anteriores reafirman que el PRI cometió un error al nominar a Roberto González.
Carlos Hernández es el indudable ejemplo de que las corrientes internas del PRI fueron divididos a la elección. Los amigos que en el 2015 trabajaron por González Palomera, tres años después salieron a trabajar pero en contra de los candidatos del partido y particularmente contra Cesar Abarca. Preguntamos a uno del barrio de Andrés si éste les pedía alinearse y nos dijeron que les había dado total libertad.
Aun antes del arranque de la campaña local, escuchamos advertencias de que el grupo de Andrés se aprestaba a jugar en contra de Cesar Abarca. Éste en ningún momento se ha atrevido a confesar siquiera insinuar que quien ocupa la oficina luego de él en el Seapal la jugó en su contra. Pero los amigos de Andrés sin rubor alguno lo gritan y lo presumen.
El gobierno municipal es de alternancia desde 1995. En 2012, el Movimiento Ciudadano rompió el mito de ser Puerto Vallarta una plaza de dos partidos, del PRI y del PAN. El MC ya entró a la curva fatídica de hilar tres triunfos y enfilarse a la derrota. Sin embargo, a diferencia de los panistas a finales de su tercera administración, y de los priistas, en las postrimerías de la era de Salvador González Reséndiz, los naranjas dan la impresión de fortaleza popular.
La alternancia es reflejo de competitividad electoral. Eso no puede ser malo para los gobernados. Obliga a todos a ser y ejercer un mejor gobierno. La sociedad le dio la espalda a los priistas por abusar de su proclividad de caer a las tentaciones de la corrupción. Ellos lo saben. Con el añadido de coincidir con ellos el flagelo de otros males, la inseguridad que viene atado al narcotráfico.
El ascenso del MC al poder se puede explicar en la oportunidad de los tiempos. Sus líderes ya eran conocidos pues procedían del Partido Acción Nacional. El quiebre del panismo permitió emerger a los naranjas, como el encumbramiento del PAN obedeció a los cismas del tricolor, el declive del panismo, abrió a retorno del priismo.
En Puerto Vallarta, la ruptura de un partido es el nacimiento de otro. La derrota se cría y germina en las entrañas del partido en el poder y la criatura se desarrolla y fortalece en o menos de tres procesos.
Que no le busquen más nuestros amigos priistas. La suma de sus excesos, de sus abusos, de la corrupción es el fertilizante del cultivo en las parcelas de sus adversarios. La elite del PRI marcó con sus conductas su propia derrota. Como en el 2000 Vicente Fox, Andrés Manuel López Obrador abanderó la corrupción cual arma y herramienta más efectiva de su discurso. El tabasqueño no pudo ganar en el 2006 ni en el 2012 y no por el discurso que poco varió. Los panistas (Vicente Fox) le ganaron el discurso. En esta elección, los panistas ya carecían de calidad moral y solamente así les arrebató el discurso de la corrupción.
Si el PRI toma en serio sus consultas, debe aplicar a tabla rasa su propio combate contra la corrupción de sus cuadros. El corporativismo que le facilitó hilar siete décadas de gobernar debe replantearse y modernizarse. Ya no hay tiempo para simulaciones. Sus liderazgos se diluyeron en la misma proporción del repudio popular cosechado en las urnas.
En la elección para elegir gobernador, el Movimiento de Regeneración nacional se ubicó como segunda fuerza política. Desplazó al PRI y al PAN a una posición fuera de la competencia.
¿Por qué Morena pudo desplazó a los dos partidos que se alternaron en el gobierno? Son las causas expuestas arriba. Morena se fortaleció con la fuga de militantes del resto de los partidos. 150 de los 977 candidatos que buscaron un cargo de elección popular (se excepcionan regidores) tenían antecedentes en uno o más partidos distintos por el que compitieron. Morena es el partido que recibió más políticos salidos de otros partidos y fue el PRI el partido que perdió a más militantes.
Con el dato anterior no se pretende sostener la teoría de existir el “primor” como un nuevo partido. Sin embargo, los priistas sí son los refuerzos que impulsaron a Morena. El Observatorio del Proceso Electoral de la Universidad de Guadalajara realizo un paciente estudio y llegó a dichas conclusiones. Del total de candidatos, el 56 por ciento cambiaron de camiseta después de las elecciones intermedias, las de 2015. El resto, salvo raras excepciones, cambio de camiseta antes.
El estudio echa abajo el discurso del gobernador electo Enrique Alfaro, quien se vendió como candidato no político, y también le quita la careta a los morenos. Estos impulsaron el discurso de ir en contra de una clase política corrompida, una clase de la cual surgieron la mayoría de sus candidatos.
En cuanto al PRI, sus candidatos perdieron por sus rupturas. Una de cada dos políticos –candidatos- en la elección anterior abandonó las filas del PRI. Este dato confirma que el PRI se quebró y en un agónico intentó por eludir el estigma de corruptos le tomaron la palabra a López Obrador de irse a Morena a expiar sus culpas, purificados y sin castigo.
Revolcadero
Salvador Cosío Gaona, Enrique Alfaro Ramírez y Carlos Lomelí Bolaños son los tres candidatos a gobernador de la elección pasada que más trayectoria política y e mas partidos políticos han militado. Y fueron no obstante los tres que manejaron con mayor obsesión el discurso antipartidos y antisistema. Cosio procuró alcanzar la candidatura independiente y acabó por aceptar la invitación de tomar la bandera del Partido Verde Ecologista Mexicano, el PVEM. Pero desde jovencito fue miembro del PRI, incursionó en el PRD y también en el Partido Convergencia. Éste último desapareció para darle vive al Movimiento Ciudadano. Alfaro se formó en las filas del tricolor, también probó los colores del PRD, arrendó la membresía del MC y desde éste ha pretendido vender como candidato ciudadano. ¿Es independiente? Para nada. Carlos Lomelí Bolaños también está manchado del multicolor partidista y es de los que más tufo político despide a su paso. Antes de revestirse de moreno y recubrirse de los colores del PT y del PES, fue pieza del PRD y también del MC. ¿De dónde estos personajes vienen a presumir ser ciudadanos libres e independientes?****** La última de las noticias nacionales hablan de otro preso con antecedentes priistas, del ex gobernador de Veracruz Javier Duarte, a quien la Procuraduría General de la República le retiró el cargo por delitos de “delincuencia organizada” y eso se entiende como que la PGR también le está abriendo las puertas de la cárcel. La jugada es simple. El delito se reclasifica y la nueva acusación es por delito de asociación delictuosa. Eso no es grave y puede salir libre. En un más o menos, el caso no es igual pero puede asemejarse al de la maestra Elba Esther Gordillo, absuelta de todo delito. Esos dos personajes son de los villanos políticos favoritos. Faltar el otro Duarte, Cesar el de Chihuahua. Al vecino Roberto Sandoval Castañeda, ya se dirimió al advertir que la moda era abrazar la causa lopezobradorista. No es que una sea uno malpensado pero ya son muchas las coincidencias. La chairada niega que no hay pactos ni con Elba Esther ni con el magisterio. Pero ahí está el yerno y el nieto de la afamada maestra. No pasará mucho tiempo para la caída definitiva, la de fuera máscaras.****** Nos habían platicado algunos amigos de Arturo Dávalos que esté nomás ganó la elección y anda escurridizo. Apostamos que no, que estaba de vacaciones, que descansaba por ahí pero hemos perdido la apuesta. “Tu monita se esconde”, nos reclamaron. Lo vamos a buscar. Es una segunda apuesta.